Cuando las sombras se cernían ya sobre el banquillo del recién llegado entrenador Clarence Seedorf, un gran gol de falta directa de Mario Balotelli en el minuto 86 y un fuerte testarazo del también delantero Giampaolo Pazzini en el 90, rescataron a su equipo de la que habría sido otra debacle contra un rival inferior.
El Milan, a pesar de haber controlado el juego en líneas generales, tuvo que luchar contra su propia suerte durante todo el partido, ahogado por la imperante necesidad de conseguir a toda costa los tres puntos.
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